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viernes, 7 de diciembre de 2007

LA FIESTA DEL PUEBLO

Y volverán... y volverán

Por Bruno Ortiz Jaime

Yo nací en 1989. Ya habían pasado dos años de aquel 8 de diciembre de 1987 que no pude vivir, pero que a todo el Perú remeció, originando mares inmensos de lágrimas, tan enormes y melancólicas como ese de Ventanilla que se llevó las ilusiones de todo un pueblo, que a finales de ese año se preparaba para la Natividad y no para la fatalidad.

Muchos peruanos que llevan el blanco y azul impregnados en el pecho quisieron imaginar que todo era un fantasía, que "Dios había hecho la adquisición de la historia al llevarse a la escuadra de Marcos Calderón". Sin embargo, la realidad era cruda, triste, dura... otra. Todos los avales futbolísticos y repletos de alegrías para el futuro se esfumaron de la manera más cruel que existe para un fanático del fútbol y eterno enamorado de Alianza Lima.

No hay equipo en el país -sin ánimos de crear polémica y haciendo exposición de la realidad- equipo que pueda comprender tan exactamente a la multitud de bagajes culturales y representaciones étnicas, tan heterogéneas en nuestro país. Pudo verse tal vez ese día posterior a la tragedia en que se enterraron a todos los héroes futbolísticos del mar humano blanquiazul. Aquella vez pudo verse a hinchas llorar desconsoladamente, brindándose apoyo emocional pese a nunca haberse conocido. Se habían ido pues 'Los Potrillos', los hijos predilectos de una nación necesitada de sonrisas.

Así, con la velocidad y picardía de Luis Escobar partieron todos. Se fue quizá el estratega más exitoso de la historia futbolística nacional. Se fue tal vez la mejor delantera existente en aquella turbulenta década de los ochenta, que vio nacer al terrorismo y vio morir a 'Los Potrillos'.





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