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jueves, 27 de setiembre de 2007

Música, Maestri

Alianza volvió al triunfo ante Municipal. Como en partidos anteriores, Maestri fue el estandarte del triunfo blanquiazul.

(El Bocón) Carlos Franco prefirió no ver. Cubrió sus ojos con ambas manos. En esos segundos previos al último tiro libre de Renzo Sheput en el filo del área, el vicepresidente de Alianza encogió la cabeza refugiándose en sus plegarias repetidas para sus adentros. Atisbó de reojo al calmo Miguel Angel Arrué en su zona técnica, y cuando un ufff exhalado por los hinchas ediles le anunció que el peligro ya había pasado, la alegría lo embargó.

En tiempos en que Alianza sigue buscando su forma ideal, ganar es la mejor excusa para sentir que existe un futuro. Y es que ayer, si tuviera que ponérsele nota a la actuación general del equipo del chileno, pasaría con un 13. Sin embargo, el presente de los “íntimos” no se puede calificar en función a su disposición táctica (que por cierto en defensa fue encomiable). Este Alianza es entrega y su manera de aferrarse a un triunfo lo delata así. Por eso bien valdría colocar un 18 con su “very good” al lado. Con sus tres estrellitas por ese sentido de supervivencia que se reflejó en su ordenamiento defensivo. En esa desvergüenza que tuvo “Cafú” Salazar para echar cada balón para no complicarse ante Sawa. Preferiendo el insulto procaz del hincha edil, la incomodidad del aliancista en la tribuna, que correr el riesgo de darle ventajas a ese japonés impertinente. Ayer más que nunca Alianza fue corazón. Y el corazón cuando ama, se ilusiona, y cuando se ilusiona, sufre. Y por eso Carlos Franco en la tribuna, como tantos otros aliancistas, pudo sentir ese miedo que se cuela por los poros y llega hasta el estómago, pero al final fue feliz. Brincó hasta el cielo chalaco cuando Flavio se elevó limpio en el área de Muni y clavó ese cabezazo a los 37 minutos del primer tiempo tras un tiro libre de Saritama.
Sin ser un partido vistoso, los blanquiazules pudieron sentenciarlo en el inicio del segundo tiempo con un centro de Junior Viza que no alcanzó Mendoza a los 7’. O si es que a Miguel Magallanes le hubiera alcanzado la vista y el valor para cobrarle esa falta de Zapata sobre “Cuchara” cuando el reloj marcaban los 11’. Pero el equipo de Arrué estaba sentenciado a sufrir hasta acabar con las uñas de sus hinchas. Por eso cuando se marcó la falta de Arakaki sobre el “ponja” al último minuto en el límite del área, Carlos Franco prefirió no ver. Aguardó quieto a que todo acabe de una buena vez, tal vez convencido de que hay ocasiones en las que a veces sólo sirve ganar, sea como sea.



SINTESIS

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